EL PENSAMIENTO GERENCIAL.
Es complejo decir cuál debe ser
el pensamiento gerencial en una situación determinada. Sobre todo cuando dicho
pensamiento tiene diferentes variantes que pueden ser aplicadas. Fundamentalmente podemos decir que el
pensamiento gerencial más adecuado, es aquel que consigue que la empresa pueda
mantenerse en el mercado y generar valor.
La decisión correcta es justamente aquella que garantice efectividad,
eficacia, productividad y sobre todo la mayor utilidad posible.
Las organizaciones persiguen
los siguientes objetivos:
1. Sobrevivir.
2. Crecer.
3. Generar Beneficios.
¿Cuál es el pensamiento más
adecuado? Por supuesto, dependerá de la situación en la que esté la empresa en
un momento dado, y las soluciones más adecuadas.
Muchas veces hablamos de que
empleamos la Gerencia por Crisis. La
gerencia por crisis no es más que una gerencia reactiva, es decir, una gerencia
que actúa en respuesta a lo que sucede en el mercado. Su objetivo fundamental es hacer control de
daños, en otras palabras, evitar que lo que está sucediendo sea peor de lo
esperado.
Muchas empresas, y nos
sorprendería su número, normalmente trabajan con este tipo de gerencia. Como decía el personaje de una famosa novela:
“Como vaya viniendo, vamos viendo.” Esto
por supuesto no garantiza nada para la organización, ya que la misma está sometida
a los avatares del mercado, y normalmente se mueve en un ambiente hostil, en el
cual no planifica y simplemente actúa de acuerdo a las circunstancias.
Por supuesto, los resultados de
la empresa no pueden ser los mejores, ya que al actuar de forma reactiva, no puede
controlar lo que sucede, o anticiparse a las posibles decisiones, en función
del comportamiento del mercado.
De allí que su rendimiento
final sea aleatorio. Es decir, puede ser que la empresa en un determinado
momento tome decisiones apropiadas, mientras que en otras situaciones, las
decisiones no sean las más adecuadas. Y
si además no están ajustadas a la Misión, Visión y Valores de la organización,
es aún más difícil.
Pero, podemos decir también lo
siguiente: si no se sabe a dónde va, cualquier lugar al que llegue estará
bien. Y es más o menos lo que
sucede. Se actúa en función de lo que
sucede, sin realizar una planificación previa.
El objeto del pensamiento estratégico
consiste en tomar decisiones anticipándose a las posibles situaciones del
mercado. Esas decisiones tienen que ver con aprendizajes del pasado, y a los
posibles escenarios que se están presentando, según los cuales podemos
establecer un curso de acción.
Sin embargo, pueden existir
situaciones que no hayamos planificado, lo cual por supuesto va a generar algunas
decisiones que quizás no hayamos pensado con anterioridad. Por ejemplo, ni qué
dudar que el tema de la Pandemia obligó a muchas empresas a tomar decisiones a
la ligera que fueron corrigiendo y adaptando sobre la marcha. En primer lugar,
vino la sorpresa ¿Qué hacer? Luego y en función de los hechos, y del tiempo que
iba a tomar resolver la situación, se tomaron decisiones que permitieron
reiniciar labores, ya sea virtual o presencial.
Uno de los temas más complejos en ese evento fue el tema de ¿qué hacer
con la gerencia? Cómo cambia y se ajusta nuestro estilo de gerencia en función
de los nuevos ambientes en los que nos encontramos. ¿Cómo podemos medir el
rendimiento de nuestros colaboradores? ¿Cómo podemos aumentar su efectividad? Algunas de esas preguntas aún siguen
vigentes.
Tomando en cuenta la existencia
de una infraestructura inadecuada que no permitía el pasar a modalidad virtual
de forma rápida, tuvieron que irse adaptando a lo que se podía hacer en el
mercado, con las aplicaciones disponibles, y poco a poco, resolver puntualmente,
para poder seguir operando adecuadamente.
Sin embargo, esto generó nuevas
posibilidades de negocio, y en algunos casos obligó a innovar en la forma de
hacer las cosas, lo cual sin duda benefició a las organizaciones y a las
empresas.
Pasamos de una gerencia
presencial a una virtual, que definitivamente tuvo que evolucionar,
desarrollando nuevas herramientas de control y dirección para poder alcanzar
las metas. Ciertamente, el tiempo corría, y era nuestra responsabilidad lograr los
objetivos de la organización. Probablemente estas metas se ajustaron en función
de la situación que afrontamos, pero sin duda alguna, los escenarios a lo largo
de esos dos años fueron realmente una montaña rusa de cambios, que obligó a
innovar en relación al manejo gerencial.
Recordemos que el año anterior,
2019, tuvimos una crisis eléctrica, que obligó a hacer cambios en el manejo de
las empresas, ya que una situación sobrevenida, paralizó el funcionamiento de
un país. En aquel momento incluso se vio
afectado el intercambio de dinero como consecuencia del proceso de migración al
dinero digital, y la ausencia del servicio eléctrico.
Antes de esa situación también enfrentamos
el tema de la hiperinflación, lo cual implicó hacer cambios en los precios de
forma constante, además del tema de los costos y sus continuos ajustes. Adicionalmente
no olvidemos la descapitalización de las empresas consecuencia de la presión
inflacionaria y las reconversiones monetarias. Eso unido al control de precios
sin duda que creaba un ambiente retador para las empresas venezolanas.
Sin duda alguna, hemos vivido
en un ambiente lleno de amenazas y sumamente variable. No podemos llamarlo ni siquiera VICA, pues
los cambios estaban a la orden del día. Quizás esa sea la interpretación de una
VICA al estilo venezolano, lleno de una serie de eventos que generaron una
enorme inestabilidad en la economía venezolana.
Cómo actuar y responder ante
esos ambientes que pueden considerarse hostiles no es fácil. Por eso opino que los empresarios venezolanos
tienen una enorme capacidad de resiliencia y son capaces de responder ante
situaciones críticas, de forma rápida, con mucha más creatividad y respuestas
que los gerentes de otros países. Esto,
obviamente nos da una ventaja competitiva, pero también a veces no permite
emplear herramientas adecuadas para lograr el crecimiento de nuestras
organizaciones y generar los mayores beneficios de las mismas.
En un ambiente altamente
volátil, incierto, complejo y ambiguo, lleno de improvisadas decisiones en
política económica, hiperinflación, fuerte presión fiscal, inestabilidad de
precios, reconversión monetaria, una voluble tasa cambiaria, un PIB en caída
libre, inseguridad jurídica, conflictividad social y política, una enorme
migración de talento humano preparado, temas críticos de deficiente infraestructura,
crisis de energía eléctrica y combustible, pandemia, dolarización, etc., genera
mucha presión sobre las organizaciones, y las obligan a reaccionar con rapidez
ante los cambios del mercado. Es
sorprendente ver cómo las empresas se ajustan y hacen los cambios necesarios,
empleando distintos tipos de pensamiento gerencial, adaptándolos a las
necesidades del momento.
Para hacer un análisis de la
forma como se toman decisiones gerenciales, es necesario revisar las
circunstancias que estamos afrontando. No es lo mismo tomar esas decisiones en
ambientes relativamente estables, que tomarlas en ambientes completamente
inestables e inseguros.
CONTACTO:
Mi nombre es Francisco De
Lisa. Soy profesor, emprendedor y coach. Me dedico a apoyar,
asesorar, entrenar, dar mentoría y hacer coaching a individuos, emprendimientos
y organizaciones. Misión: Transformar al Mundo. Mi
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