DESMONTANDO
MENTIRAS PIADOSAS.
Desde hace mucho tiempo se ha
engañado al venezolano, con cuentos e historias que le han dado la idea de que
vive en un país rico, que le han robado sus recursos, y en el cual sin trabajar
ni producir, consigue lo que quiere o desea.
Hasta cierto punto, como en
toda historia, hay algo de cierto en ella.
Vivimos en un país con una enorme cantidad de recursos, lamentablemente mal
administrados, que nos han llevado de ser un país lleno de oportunidades, a un
país con un pésimo rendimiento económico.
Apartemos los argumentos
políticos que pudiéramos emplear para discutir, sin que ninguno de ellos
finalmente tuviera sentido, entendiendo que uno de los recursos que emplea la politiquería
es intentar hacer creíble lo increíble, como por ejemplo quebrar un país con
abundante recursos. Bien hablaba García Márquez
del “realismo mágico” de Macondo. Algo
parecido ha sucedido en Venezuela.
Hemos pasado de ser uno de los países
más prósperos de Latinoamérica a ser un país quebrado. Es difícil explicar cómo
hemos podido pasar de ser unas de los países más educados de Latinoamérica, a convertirnos
en una nación con maestros que dan clases dos veces a la semana, porque el
gobierno no tiene suficiente dinero para pagar sus salarios. Un país que no invierte en educación está
condenando a sus habitantes a la ruina.
¿De quién es la responsabilidad
que el estado esté prácticamente quebrado? Pues de sus administradores. Son
ellos quienes con sus equivocadas políticas han llevado el país a la debacle. Un
país afectado en menos de 20 años por tres reconversiones monetarias y una de
las más cruentas hiperinflaciones conocidas, sigue dando tumbos a nivel
económico. Las medidas económicas que se toman son muy tímidas en comparación
con lo que se debe hacer. Se hacen solo para mantener un barniz de populismo, y
garantizar una base electoral, cada día mas menguada. Peor aún, como no existe un mecanismo de
evaluación confiable, siguen alimentando las mentiras, para seguir justificando
su incompetencia.
La única política económica que
ha existido en estos últimos años, ha sido la “ausencia de una política
económica”. Se ha afianzado el modelo rentista tributario, castigando al
venezolano con elevados impuestos, a fin de mantener un estado ineficiente,
lleno de alcabalas, que hace cada vez más difícil generar beneficios y
rentabilidad en las operaciones. Cada
funcionario convierte su espacio de trabajo en un coto de poder, donde se
alimenta de comisiones y otros subterfugios, para redondearse unos dólares y “cubrirse
de gloria”. El destape de la corrupción de
PDVSA en manos de su directo responsable y sus socios, dejaron al descubierto unos cuantos negocios ilícitos,
que florecieron ante la ausencia total de las debidas auditorias que debería hacer
el estado, resguardando el manejo de los fondos públicos.
Adicionalmente, una política de
nacionalización trasnochada y de expropiación de empresas, terminó de echar por
tierra los últimos vestigios de seguridad jurídica, convirtiendo al sector
industrial y productivo venezolano en un cementerio de industrias, mal
manejadas y entregadas a personas sin formación, que no tienen la menor idea de
cómo poner a funcionar una empresa. Un sector bancario disminuido es una
muestra fehaciente de la destrucción del tejido económico del país.
Vemos empresas como CANTV,
Corpoelec, PDVSA, Metro de Caracas, las diferentes Hidros, Agropatria, SIdor,
Venalum, etc., quebradas, generando ineficiencias y gastos que pagamos “todos” los venezolanos, a través de los
tributos. Pésimos servicios además de un
total desprecio por sus clientes y accionistas, que somos todos los
venezolanos. Podemos preguntar, ¿para qué sirven estas empresas que no sirven
para nada? ¿Qué justifica su existencia?
Recientemente Sidor y las empresas
del Sur fueron entregadas a una empresa hindú, de forma poco transparente. No
hay subasta, no hay noticias que explique en qué consiste ese proceso de venta,
no se sabe cuánto pagan por tener acceso al mineral de hierro, qué tipo de
concesiones se hacen, cómo queda el personal venezolano que estaba trabajando
en esa industria, y pare usted de contar.
La administración opaca, por decir lo menos, no explica en qué consistió
la transacción, dónde fue discutida y mucho menos quién se responsabiliza de
todos los gastos y pagos que hicieron los venezolanos para mantener esa fallida
aventura empresarial.
¿Dónde están las explicaciones
de los responsables?
¿Estamos entrando en un proceso
de reversión de nacionalizaciones?
En otras palabras, ¿perdimos más
de 25 años y recursos en algo que ya había sido probado?
Podemos decir que los únicos
beneficiados fueron los “directivos”, quienes sin duda quedan exentos de rendir
cuentas en relación a su trabajo en esa empresa, que por cierto fue bastante
malo. Gracias a Dios, al final nos
beneficiaremos de esa decisión, pues se elimina un pozo negro de gastos
inútiles. Ojalá que ese dinero que se
ahorra se dirija a las escuelas y hospitales que bastante falta le hace.
Así como se presenta esa
situación con Sidor, se vive de forma semejante en el resto de las empresas en
manos del estado. No dan explicación y constituyen un hueco negro en el manejo
de la tesorería, donde se extravían los
recursos de todos los venezolanos.
El estado no sirve para
administrar empresas, ese no es su trabajo.
El estado debe ocuparse eficientemente de temas que afectan a toda la
población: Salud, Justicia, Educación, Infraestructura y Seguridad. Lo demás debe ser manejado por manos
privadas, quienes pagarán al estado sus respectivos impuestos, generando beneficios
al país. Asimismo, tampoco hace falta
una enorme cantidad de ministerios sin sentido, ya que lo único que consumen es
dinero y al final no generan mayores beneficios. No hay nada tan inútil como el Ministerio de
la Felicidad, cuando vemos gente comiendo de la basura, niños morir en los
hospitales, escuelas cerradas porque no hay maestros, hospitales sin médicos y
sin insumos, carreteras que son una amenaza a la salud de los conductores, etc.
El Estado puede manejar una política comunicacional
amplia, sin duda alguna, para informar a los ciudadanos de sus acciones. Pero manejar circuitos de TV o Radio, no es
necesario. Dejen que los privados se
ocupen del negocio y que paguen sus impuestos para el beneficio de todos.
Cada empresa que se cierra es
un ingreso menos que entra genera al fisco. Cada empresa que se expropia o se
toma, genera gastos adicionales en nuestros bolsillos. Cada una de esas
aventuras implica un nuevo presupuesto, no considerado, que genera más
impuestos a los venezolanos, sin que exista un verdadero retorno de la
inversión.
El dinero del empresario tiene
doliente, y debe generar valor para seguir siendo invertido. El dinero del país,
como es de todos no le duele a nadie, no hay responsables, y finalmente se pierde sin explicaciones.
Venezuela tiene muchas
riquezas. Lo sabemos. Pero es como ese cuento del pobre que vivía en una choza,
cuyas paredes estaban llenas de joyas.
Tan solo las reservas petroleras son suficientes para garantizar un
verdadero desarrollo del país, y convertirnos en un polo de desarrollo y
crecimiento mundial, un verdadero “país potencia”. No como los cuentos que nos
han vendido.
La educación es la base del
crecimiento. Sin educación, más temprano que tarde seremos más manipulables y
perderemos las oportunidades de crecimiento que tenemos disponibles. De hecho,
se ha perdido más de un cuarto de siglo en discusiones inútiles e irrelevantes
en el país, copiando modelos obsoletos y fallidos, condenándolo al fracaso, metiéndonos
en conflictos geopolíticos que no nos interesan, y que además nos perjudican.
Aprendamos de empresas como Saudi Aramco, que mantiene una completa neutralidad
y una mirada estratégica a más de 30 años. Eso lo hacía PDVSA en los años 90,
antes de ser desmembrada. Retomemos una
administración profesional con una gerencia responsable, que realmente pueden
hacer crecer a este país y garantizar para todos los venezolanos una mejor vida
y un mejor futuro. Recuperemos la
Educación, la Salud y la economía para que todos podamos disfrutar de iguales
oportunidades de crecimiento. Abramos espacio a la verdadera discusión. Cada uno de nosotros tiene algo valioso que
decir. Tengamos la capacidad de entendernos y crecer. Venezuela lo necesita.
A pesar de no haber estado en
una guerra en estos últimos años, el estado de la economía, la destrucción del
país y su infraestructura, la quiebra de empresas, la caída de la economía y la
migración de nuestros compatriotas dibuja un conflicto mucho mayor. Entendemos ahora
que no hace falta una guerra para destruir un país. El resentimiento y el odio
pueden hacer ese trabajo sin mucho esfuerzo.
EL DESARROLLO FUTURO.
La transformación digital no
espera por nadie. En un futuro tendremos
dos tipos de países, aquellos que estén en la globalización digital, y los
atrasados. Hace un cuarto de siglo
estábamos entre los 5 países de América Latina que más invertían en TIC (tecnologías
de Información e Informática). Lamentablemente pasamos a ser uno de los más rezagados.
Ya la economía basada en capital,
tierra y trabajo, ha dado paso a la economía digital, de la información.
Debemos prepararnos para ese nuevo mundo. Es necesario modernizar la
infraestructura de servicios, para garantizar un país verdaderamente
interconectado con servicios de primera y con sistemas digitales que permitan
reducir la burocracia al mínimo, garantizando recursos a la brevedad.
La educación para salir del
marasmo en el que estamos metidos es necesaria.
Necesitamos formar profesionales que se hagan cargo del país, y dejar de
perseguir unicornios e ilusiones revolucionarias trasnochadas que a los únicos que
benefician es a sus protagonistas. El pueblo
finalmente sufre las consecuencias de esos sueños de gloria.
No podemos tener paisanos mendicantes
a la espera de una cajita de comida, porque lamentablemente el estado redujo
sus posibilidades de ingreso al mínimo. Es
una responsabilidad compartida, el estado porque lo logró y nosotros porque lo
permitimos.
Vivimos en un sistema donde
necesitamos contribuir con nuestro trabajo para salir adelante. Aprendamos de países
que han salido de fuertes crisis como Japón, Alemania, China, Vietnam, Singapur,
etc., y aprovechemos los recursos que tenemos para crecer. Nadie va a hacer el trabajo por nosotros. Si
alguien te dice eso es porque te está engañando.
No hay salidas fáciles. Hay que
trabajar para alcanzar las metas. Es como correr un maratón. No es sencillo, pero tampoco es imposible. Podemos
ser un país de primera, para ciudadanos de primera, con verdadera justicia
social. Emulemos a países que han crecido y apoyado a su gente. Ejemplos hay
muchos. Tomemos lo bueno, desechemos lo malo y hagamos de Venezuela un país para
todos. Tenemos lo que necesitamos. Solo
nos falta trabajar para alcanzarlo.
El futuro no espera por
nosotros; si no nos preparamos, tarde o temprano nos arrasará. A veces he pensado que si seguimos por esta vía,
en esta crisis como país, desapareceremos como gentilicio. A pesar de lo que dicen,
somos un país débil, sin posibilidades de defensa ante los avatares del
momento. Cuidemos de Venezuela. Es de
todos. No es justo que por unos pocos,
paguemos todos. Seamos conscientes de lo
que nos estamos jugando. Es el futuro de nuestra nación.
Debemos progresar. Y eso se
hace con un verdadero Plan de la Nación. Un Plan de alejado de lugares comunes,
un modelo verdaderamente revolucionario basado en el conocimiento y la
sabiduría, repleto de buenas ideas para hacer algo completamente disruptivo e inédito
a nivel mundial. Estamos en medio de un parto. Dejemos de copiar modelos obsoletos
que solo benefician a los líderes. Desarrollemos un verdadero modelo de
justicia social que beneficie a todos, basados en una verdadera igualdad ante
la ley, buscando generar todas las oportunidades posibles para crecer.
En esta nueva era, las
distancias no son problema. El problema es la infraestructura de TIC. Si ella
existe, desde cualquier lugar de nuestra geografía tendremos la posibilidad de
crecer y salir adelante.
¿Qué estamos esperando?
Dejemos el victimismo de lado.
Nadie nos ha hecho nada. Somos nosotros los que podemos cambiar y convertirnos
en verdaderos protagonistas de nuestra historia. Atrévete a cambiar.
CONTACTO:
Mi nombre es Francisco De Lisa Soy profesor,
emprendedor y coach. Me dedico a apoyar, asesorar, entrenar, hacer mentoría y
coaching a individuos, emprendimientos y organizaciones. Objetivo:
conectar con la Abundancia. Quiero crecer contigo. Cada sesión, facilitación
o entrenamiento es un aprendizaje. Si algo de lo que comenté te hizo sentido, y
consideras que puedo ayudarte, contáctame por francisco@cybernotas.com.
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estas ideas de Coaching Bioenergético, estoy preparando un entrenamiento para
aquellos que deseen aprender estas técnicas y
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